Juan Montalvo
Escritor ecuatoriano, nacido en Ambato y fallecido en París.
Lugares donde se educo
En 1845, su hermano regresó de su destierro en Perú, y lo llevó consigo a Quito a continuar sus estudios. Sus dos hermanos mayores, Francisco y Francisco Javier, le orientaban e influenciaban en su gusto por las letras, aparte de haberle creado, cada uno con su prestigio, un ambiente favorable en el mundo de sus estudios. Entre 1846 y 1848 empezó a estudiar gramática latina en el colegio San Fernando. Posteriormente estudió filosofía en el seminario San Luis, donde recibió el grado de maestro, y después ingresó a la Universidad de Quito para estudiar Derecho, no porque quisiera ser abogado, sino porque entre las profesiones de entonces medicina, leyes y teología.
A mediados de julio llegó a Francia. Aunque el asiento de sus funciones de adjunto civil era Roma, Montalvo se quedó seis meses en París. Ahí conoció a don Pedro Moncayo, diplomático ecuatoriano, quien le brindó facilidades para su estímulo intelectual, y a celebridades francesas tales como Lamartine y Proudhon. Desde enero hasta agosto de 1858, mantuvo correspondencia con su hermano Francisco Javier destinado a su publicación en el semanario quiteño La democracia, que este último dirigía. Estos escritos, que conformaron una porción muy importante de su futura revista El Cosmopolita, no fueron bien recibidos en el Ecuador. Durante esta etapa en París, Montalvo se volvió melancólico, pues extrañaba su provincia. En Los proscritos, ensayo aparecido en El Cosmopolita, escribió:
La nostalgia consiste en un amor indecible por la patria y un profundo disgusto del país en que se está..., es un deseo de llorar a gritos al mismo tiempo que eso es imposible.13
Su permanencia en París duró tres años, durante los cuales se dedicó a sus estudios, los paseos urbanos de observación provechosa, la elaboración de páginas literarias, varias aventuras amorosas y breves tareas de oficina. Luego dejo Francia y se dirigió a Italia
Política
Montalvo era un idealista y le desagradaba la realidad política del Ecuador. Fiaba de la moral y de los principios como base del funcionamiento de la nación, y le preocupaba mucho destacar la importancia de las dotes morales de los políticos, cuando en realidad tanto los conservadores como los liberales tenían defectos. Por eso el profesor Louis Arquier afirmó que “Cada vez que habla de política el articulista se enfrenta con una contradicción, el tema le atrae y le repele a la vez”.
Era muy respetuoso de las leyes pero le molestaba mucho que algunas fueran muy injustas.
Su obra, personal y fuerte, es de difícil clasificación, aunque le corresponde el amplio y abierto campo del ensayo, basado en el gran ejemplo fundacional del escritor francés Miguel de Montaigne. Se le considera uno de los mayores prosistas hispanoamericanos del siglo XIX, pues su léxico, giros y cadencias, así como la desenfadada agudeza de su pensamiento, apelan a fuentes diversas: los clásicos latinos, el siglo de oro español, los románticos franceses. Montalvo trabaja por recuperar olvidadas fuentes de la literatura española, empleadas con extrema libertad. Su obra ocupa varias zonas, ante todo el periodismo político de corte liberal, dirigido contra los dirigentes conservadores de su país, a veces desde la emigración: El Cosmopolita y Las Catilinarias (1866-1882).
Escritos
Buena parte de la vida del ecuatoriano Juan Montalvo está ocupada por sus polémicas cívicas: los artículos de El Cosmopolita y Las Catilinarias, los de El Espectador y El Regenerador, más Mercurial eclesiástica y Libro de las verdades. Pero lo más perdurable de su escritura pertenece al mundo del ensayo.
El Cosmopolita es una revista que se basa política, en el periodismo y en los ensayos que redacto Montalvo. En su primera publicación puso la siguiente advertencia: "De Cosmopolita hemos bautizado a este periódico y procuraremos ser ciudadanos de todas las naciones, ciudadanos del universo, como decía un filósofo de los sabios tiempos".
Las Catilinarias forman un conjunto de ensayos que escribió Montalvo en Panamá. Estos escritos criticaban fuertemente al dictador Ignacio de Veintimilla.[]
Alguno de sus textos mayores, los Siete tratados; que, a pesar de su título, son pequeñas historias con prosa, regida por sus lecturas de clásicos españoles, y que es de las más bellas de su siglo en nuestra lengua. En oposición a Gabriel García Moreno, el escribía un periódico donde lo criticaba a su gobierno y la forma en la que hacía las cosas.
Montalvo hizo relatos, dramas y una novela, Capítulos que se le olvidaron a Cervantes, de modo que sus páginas mejor preservadas por el tiempo resultan nuevos en esta época.
Visto en conjunto, nuestro ensayista resulta un precursor de quienes, liberados de las obligaciones del sistema y las servidumbres del dogma, han preferido las holguras y los riesgos del ensayo que, como su nombre indica, es intento y prueba de un saber que se propone ser tan fluido y movedizo como la vida misma.